LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


El comportamiento  humano, tiene su fundamento en tres dominios principales, a saber: el lenguaje, el cuerpo y las emociones. En consecuencia, lo que hablamos, lo que sentimos y nuestra corporalidad deben mantener una coherencia. Cuando estamos alegres, nuestras expresiones verbales y nuestra expresión corporal denotan  alegría. Cuando estamos tristes, por el contrario, nuestras expresiones verbales y nuestra expresión corporal difícilmente reflejarán alegría.
La Inteligencia emocional está formada por dos inteligencias más que son:
1-    La inteligencia Interpersonal.
2-    La inteligencia Intrapersonal.

La inteligencia interpersonal,                                                                                                                  Se refiere a nuestra capacidad de relacionarnos con las personas que nos rodean, la capacidad de mantener o no, buena comunicación, empatía, honestidad, respeto, comprensión, para las personas que están a nuestro alrededor, en el trabajo, en la familia, etc.


La inteligencia intrapersonal:
Es la capacidad de conocernos a nosotros mismos, de comprendernos, y poder identificar nuestras fortalezas y las áreas que aún tenemos de oportunidad, oportunidad para hacerlas crecer para mejorarlas, para cambiarlas positivamente.
La inteligencia intrapersonal nos permite comunicarnos con nosotros mismos, conociéndonos y comprendiéndonos.


   


El término de Inteligencia Emocional, que surge a difusión con el famoso libro de Daniel Goleman “La Inteligencia Emocional”, 1995, se apoyó fundamentalmente en la teoría de ‘las inteligencias múltiples’ del Dr. Howard Gardner, 1983, de la Universidad de Harvard, quien plantea que las personas tenemos 7 tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo. A grandes rasgos, estas inteligencias son:


Inteligencia Lingüística: Es la inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y con las palabras.


Inteligencia Lógica-matemática: Tiene que ver con el desarrollo de pensamiento abstracto, con la precisión y la organización a través de pautas o secuencias.


Inteligencia Musical: Se relaciona directamente con las habilidades musicales y ritmos.


Inteligencia Visual - Espacial: La capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio, y poder establecer relaciones de tipo metafórico entre ellos.


Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento tanto corporal como el de los objetos, y los reflejos.
Inteligencia Interpersonal: Implica la capacidad de establecer relaciones con otras personas.
Cuando estas inteligencias, tanto la intrapersonal como la interpersonal, se encuentran debidamente niveladas,  hacen que la persona tenga una inteligencia emocional alta, sana y que permite no sólo interactuar con los demás de manera provechosa y saludable, sino también, y en la misma medida con nosotros mismos, nos permite conocernos y reconocer todos nuestros aspectos más profundos.
Cualquier desbalance entre estas dos inteligencias hará que nuestra capacidad emocional se vea disminuida.
El término Inteligencia Emocional precisamente se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.


"La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una capacidad para sentir distinciones entre los demás: contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En formas más avanzadas, esta inteligencia permite a un adulto hábil leer las intenciones y deseos de los demás, aunque se hayan ocultado... "
Y a la Inteligencia Intrapersonal como "el conocimiento de los aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de interpretar y orientar la propia conducta..."


Las Competencias que determinan la Inteligencia Emocional
Daniel Goleman, distingue cinco habilidades prácticas, que son la clave para determinar el “nivel” de de la Inteligencia Emocional, cuyas habilidades se apoyan en diversas competencias que tienen o pueden desarrollar los individuos en el camino a ser más emocionalmente inteligentes. Estas capacidades son:



Autoconciencia: Implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y las intuiciones. Las competencias emocionales que dependen de la autoconciencia son:
Conciencia emocional: identificar las propias emociones y los efectos que pueden tener.
Correcta autovaloración: conocer las propias fortalezas y sus limitaciones.
Autoconfianza: un fuerte sentido del propio valor y capacidad.

Autorregulación: Se refiere a manejar los propios estados de ánimo, impulsos y recursos. Las competencias emocionales que dependen de la autorregulación son:
Autocontrol: mantener vigiladas las emociones perturbadoras y los impulsos.
Confiabilidad: mantener estándares adecuados de honestidad e integridad.
Conciencia: asumir las responsabilidades del propio desempeño laboral.
Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las situaciones de cambio.
Innovación: sentirse cómodo con la nueva información, las nuevas ideas y las nuevas situaciones.

Motivación: Se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el cumplimiento de las metas establecidas.
Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia laboral.
Compromiso: matricularse con las metas del grupo u organización.
Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.
Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse.

Empatía: Implica tener conciencia de los sentimientos, necesidades y preocupaciones de los otros.
Comprensión de los otros: darse cuenta de los sentimientos y perspectivas de los compañeros de trabajo.
Desarrollar a los otros: estar al tanto de las necesidades de desarrollo del resto y reforzar sus habilidades.
Servicio de orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las necesidades reales del cliente.
Potenciar la diversidad: cultivar las oportunidades laborales a través de distintos tipos de personas.
Conciencia política: ser capaz de leer las corrientes emocionales del grupo, así como el poder de las relaciones entre sus miembros.
Destrezas sociales: Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en los otros. Este objetivo depende de las siguientes capacidades emocionales:
Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.
Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.
Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten dentro del equipo de trabajo.
Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los individuos y al grupo en su conjunto.
Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.
Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales dentro del grupo.
Colaboración y cooperación: trabajar con otros para alcanzar metas compartidas.
Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergia para la persecución de metas colectivas.


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La teoría de las ventanas rotas.





 En el año 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimbardo realizó un singular experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno de estos vehículos lo dejó en el Bronx, para ese entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro vehículo en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio. Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser bandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etcétera. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no pudieron llevarse lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.


 Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (tanto de derecha como de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el vehículo abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo a la misma condición de deterioro y destrucción que el del barrio pobre.
¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo? Entonces, no se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.
 Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés, despreocupación que va destruyendo los códigos de convivencia, tales como la ausencia de ley, de normas, de reglas, dejando la sensación de que todo vale nada.Cada nuevo ataque que sufrió el auto reafirmó y multiplicó esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.  

 En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', la misma teoría que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de una casa y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se crean las condiciones para que surja y prospere el delito. Si se cometen "esas pequeñas faltas" como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja, y estas pequeñas faltas no son sancionadas, entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a la delincuencia). Esos mismos espacios abandonados por la gente serán progresivamente ocupados por los delincuentes.

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